Confederación

En Memoria

Este número de LIGHT/LINES está dedicado a Don Elkins, nuestro amado amigo y Preguntador en el contacto con Ra. Después de casi un año de salud deteriorada, Don murió el 7 de noviembre de 1984. La luz de Don ha iluminado, y continuará iluminando, los caminos de muchos buscadores, y nuestra gratitud va hacia él mientras lo envolvemos en luz y le decimos adiós, así como a cada uno que desee unirse a nosotros enviando amor y luz a Don mediante la oración, la visualización o la meditación.

La muerte de Don pone fin al contacto con Ra en el futuro inmediato, ya que fue la fusión armonizada de los tres lo que permitió a Ra hablar a través de nuestro instrumento. Su enfermedad impidió que el Libro Cinco de LA LEY DEL UNO progresara más allá de una sola sesión. En un futuro, quizás recopilemos y publiquemos material no publicado previamente que los lectores puedan usar para su crecimiento personal, pero no aceptaremos donaciones para ese libro final de LA LEY DEL UNO hasta que esté disponible.

Hemos colocado las cenizas de Don bajo un árbol de tejo en la esquina trasera de nuestro jardín, junto a la huerta. Esperamos crear allí un sencillo espacio de meditación con una pequeña fuente, bancos, flores y arbustos. Pedimos que no se envíen flores, sino que las expresiones de simpatía se manifiesten en forma de donación o visualización para ayudar en la construcción del jardín de meditación. Todas las donaciones son deducibles de impuestos.


El siguiente mensaje de Hatonn, de la Confederación de Planetas al Servicio del Único Creador Infinito, fue transmitido telepáticamente durante nuestra primera meditación regular de los domingos por la noche desde la muerte de Don.


Hatonn, 11 de noviembre de 1984

Yo soy Hatonn. Los saludo en el amor y en la luz de nuestro Creador Infinito, a quien servimos con todo nuestro ser. Es un inmenso privilegio ser llamados a este grupo en esta velada. Nosotros, en realidad, nunca hemos tenido nada que decirles por nosotros mismos. Pues nosotros, a su vez, somos canales de aquello que está más allá de nuestro propio y frágil entendimiento. Lo que les ofrecemos es ofrecido a través de nosotros y solo después a través de este canal. No podemos hablar con certeza, ni deseamos que carguen nuestras palabras como un peso, escuchando cada palabra y reflexionando sobre significados que tal vez no les parezcan accesibles o aceptables en este momento.

Con nuestro agradecimiento y dejando a un lado nuestra advertencia, quisiéramos hablarles de una feria, un carnaval grandioso y glorioso, un bazar en el que todos los mercaderes exhiben sus productos y miles acuden a probar su suerte y a contemplar la excelencia de lo que la gente ha creado con sus manos, y sobre todo, a regocijarse en la sensación de ser parte de una multitud feliz. En un sentido profundo, esta es parte de la motivación de aquellos que encarnan de manera consciente y con propósito en el plano terrestre de su tercera densidad. Pueden tener muchas vidas, pero cuando no están dentro de un vehículo físico, es imposible recordar que las banderas del carnaval pueden ondear de manera lúgubre, lenta y triste, que los estandartes pueden estar dañados y rotos, y que la maquinaria que gobierna los carruseles, las norias y todos los juegos puede no funcionar siempre. Como en muchas, muchas cosas, parece más fácil en la mente vivir una encarnación y aprender las lecciones que uno mismo se ha propuesto, que llevar a cabo el plan que han trazado. Muchos de ustedes son ambiciosos, y los planes de su vida ya les han hecho experimentar gran parte de lo que ustedes llamarían dolor, angustia, sufrimiento, desilusión y confusión.

Paseemos juntos fuera de la feria hacia la calle. Es una noche oscura. La feria se celebra en una zona pobre de la ciudad. El frío en el aire obliga a quienes no tienen hogar a abrigarse contra el frío con lo que puedan tener. Puede que encuentren a alguien tendido en la acera, perdido en su bebida u otra intoxicación. ¿Se sentarán ahora a hablar con el Creador, o pasarán de largo? ¿Volverán al carnaval a subirse a los juegos y agitar sus estandartes, sus banderas y sus premios? Es una elección que hacen, amigos míos, cada día de una manera u otra. Porque si están abiertos a escuchar los clamores de quienes los rodean, rápidamente se darán cuenta de que no hay día en el que los pobres, los hambrientos, los sin techo y los espiritualmente desolados no estén clamando hacia ustedes personalmente. Y así, tienen un carnaval brillantemente iluminado, y al cruzar sus puertas encuentran un carnaval oscuro. En lugar de ropas elegantes, tienen los harapos hechos a mano del vagabundo. En lugar de las muchas atracciones, está el licor que embriaga, o esa medicina que se usa para el olvido en vez de para la diversión. ¿Y qué harán ustedes para ser de servicio?

Hubo uno entre ustedes a quien conocen como maestro: Jesús, el Cristo. Este maestro eligió el circo más oscuro. Aquellos a quienes buscó para el discipulado eran, en verdad, gente pobre: una prostituta, un recaudador de impuestos, un perseguidor y blasfemo. Y, sin embargo, entró en el circo con las luces brillantes y resplandecientes, las ostentosas exhibiciones, las atracciones metafísicas. Se subió al carrusel y montó la noria junto a aquellos cuyas vidas estaban ligadas a esa experiencia. Tampoco condenó a ninguno que eligiera vivir una vida de gratitud y alegría experiencial. Habló en templos. Sus enseñanzas estaban basadas en una dura norma llamada la ley, y lo único que hizo diferente de otros maestros dentro de este mundo confortable, en el que las banderas ondeaban y flameaban tan hermosamente, fue señalar que el corazón es más importante que la ley. Luego salía a las calles y levantaba a los caídos de la cuneta y de la acera. De las muchas, muchas historias que se narran en sus escrituras sagradas, aquella a la que queremos dirigir su atención es la que habla de la pareja de novios que espera a los invitados para el gran banquete. Cuando no todos se presentan, cuando los asientos permanecen vacíos, las instrucciones de este maestro son simples: Salgan a las calles y reúnan a todos los que puedan encontrar, y sin embargo, si no tienen vestiduras nupciales, no podrán entrar.

Somos conscientes de que han sido apartados de su carnaval, de su alegría y de su gozo para presenciar a alguien que sufrió y preguntarse: “¿Por qué? ¿Qué puedo hacer?” Debemos dejar esa pregunta con ustedes. Pues esta entidad experimentó ambas ferias, la de la luz y la de la oscuridad. Como la mayoría de ustedes, entregó todo lo que sabía dar. Como la mayoría de ustedes, se enfrentó a una dificultad. ¿Debemos entonces condenar a quienes yacen en la cuneta porque no les hemos dado pan? ¿Debemos arrebatar el valor y la dignidad del espíritu infinito y eterno de aquel que se unió al carnaval más oscuro? Es su elección, amigos míos, y ciertamente su polaridad se verá afectada a causa de esta elección. Se ha dicho demasiado acerca de la virtud de cuidar a los desfavorecidos que se encuentran en la oscuridad. Se ha hecho demasiado poco. ¿Cuándo un espíritu no es digno de ser alimentado? ¿Cuándo se corta la nobleza de la bondadosa ternura del Creador?

Ustedes están en un largo viaje. El carnaval terminará para ustedes, como lo ha hecho para otros, con su muerte física y, sin embargo, como espíritu serán libres de avanzar hacia su próxima experiencia. Solo una cosa se les pedirá, y es que revisen esta experiencia. Les pedimos que sean indulgentes consigo mismos y, al mismo tiempo, honestos con ustedes mismos. ¿Qué se les presentó en este día que no hicieron para ayudar a otro? ¿Qué disciplina de aprendizaje no han buscado debido a consideraciones apremiantes que no sobrevivirán a su muerte? ¿Cómo pueden ser de servicio? Este instrumento escribió una vez un breve artículo en el que imaginaba al maestro conocido como Jesús regresando a los barrios marginales de las ciudades. “Él se sentaría en la cuneta”, escribió este instrumento, “y tomaría su sándwich de mantequilla de maní y lo partiría, y sería suficiente alimento para todos los que vinieran a tocar su conciencia con la suya propia.” Su pan de cada día no es más que un símbolo, amigos míos, y les pedimos que consideren una y otra vez el valor de la naturaleza alegórica y simbólica de lo que parece ser la realidad. Retírense un poco y adopten el punto de vista del presente eterno. ¿Cómo pueden amarse unos a otros? ¿Cómo pueden escuchar? ¿Cómo pueden aceptar? ¿Cómo pueden ofrecer libertad a aquellos que visten otra prenda, otro vehículo físico?

Deseamos animarlos a vivir en la conciencia de que dejarán esta caravana de puestos y premios, de juegos y emociones, y volverán a tener una perspectiva más amplia. Esta es su oportunidad. Ustedes mismos se la han dado y, sin duda, sienten en este momento que quizá han mordido más de lo que pueden masticar en cuanto a procesar el catalizador de su vida para poder ser un verdadero canal de amor, de luz y de servicio. Por supuesto que lo han hecho, amigos míos. Esa es la esencia del aprendizaje de las lecciones del amor: tomar más de lo que pueden masticar, y luego orar en su camino, meditar en su camino, contemplar, analizar y aferrarse a su camino hasta que se les dé la fuerza—no de ustedes mismos, sino a través de ustedes.

Hay muchos tipos de valentía. Permítannos decir que han presenciado una de ellas. En este caso, que es extremo y extraordinario, aquel conocido como Don manifestó un valor sumamente difícil de expresar. Esta entidad deseaba proteger a quienes lo rodeaban, y así lo hizo. Muchas cosas que ustedes hagan también serán malinterpretadas, aunque de manera menos drástica. Los animamos a hacer aquello que sientan hacer, pidiendo únicamente que cada día se centren en la meditación y se fundamenten en el servicio a los demás. Dejen que las banderas ondeen; animen a la banda; súbanse a los juegos. Sientan la exaltación y compartan la alegría de la conciencia. Y cuando salgan a la oscuridad de una calle fría y lluviosa, sepan que esto también es un carnaval lleno de gozo y misterio, y encuéntrense detrás de las máscaras del carnaval que puedan ver en la cuneta, así como se complacen en verse a sí mismos como los gráciles participantes de un circo. Si todas las cosas pueden convertirse en una para ustedes, entonces ustedes pueden convertirse en uno con todas las cosas, y habrán aprendido la mayor lección, y podrán volverse hacia todos aquellos que encuentren y decir: “Te veré en el paraíso.” Pues la realización de esa unidad es la más poderosa comprensión en la tercera densidad.

Regocíjense, entonces, y ámense unos a otros. Celebren juntos. Compartan lo que tienen y lo que sienten, y miren, cuando salgan a la aguanieve, al frío, a la escarcha y al hedor del fuego de un vagabundo en una noche de mal tiempo. Ofrezcan su chaqueta, su sombrero, su comida, su sustancia en la medida en que puedan, con alegría en el corazón y con pureza de intención. Vean al Creador, y así el Creador los verá a ustedes.

Damos gracias y alabamos a cada uno de ustedes. Que sus corazones se regocijen y se alegren, porque aún son capaces de amar y ser amados, de cuidar y aceptar cuidado, de extender la mano y abrazar, de experimentar, en resumen, el carnaval de la ilusión de tercera densidad—esa gran ilusión con muchos, muchísimos espejos, todos los cuales les dan una imagen distorsionada del Pensamiento Original Único. Mediten, amigos míos, y permitan que las distorsiones se desvanezcan.

Soy conocido por ustedes como Hatonn. Los dejo en el amor y en la luz de nuestro Creador Infinito. Recuerden siempre que sus sándwiches de mantequilla de maní, al igual que los peces y los panes, están en suministro infinito para aquellos que desean no volver a tener hambre jamás. Rómpanlos y entréguenlos, pues es un universo infinito. Adonai, mis amigos. Adonai. Adonai. Yo soy Hatonn.


El siguiente párrafo está tomado de la Sesión de Ra #104, del 27 de julio de 1983. Fue leído en el servicio memorial de Don, ya que lo consideramos un homenaje apropiado a Don y a la obra de su vida.


“Yo soy Ra. Los dejamos con gratitud por las circunstancias de la gran ilusión en la cual ahora eligen tocar la flauta y el tamboril y moverse en ritmo. Nosotros también somos actores sobre un escenario. El escenario cambia. Los actos terminan. Las luces se encienden una vez más. Y a lo largo de la gran ilusión, y la siguiente, y la siguiente, existe la majestuosa base del Único Creador Infinito. Todo está bien. Nada se pierde. Avancen regocijándose en el amor y en la luz, la paz y el poder del Único Creador Infinito. Yo soy Ra. Adonai.”