Confederación
21 de Enero de 1974 A
Soy Hatonn. Los saludo, mis amigos, en el amor y en la luz de nuestro infinito Creador. Es un gran privilegio estar con ustedes nuevamente esta noche. Siempre es un gran privilegio hablar.
Nosotros, de la Confederación de Planetas al Servicio del Creador Infinito, estamos aquí con el propósito de hablar con ustedes y transmitirles directamente nuestros pensamientos mientras meditan. Estos pensamientos son suyos para aceptar o rechazar. Están constantemente disponibles para ustedes. Solo es necesario que los deseen, si así lo quieren. Este es nuestro servicio para las personas del planeta Tierra en este momento. No es nuestro único servicio, pero sí el más importante.
¿Por qué su gente, en este momento, no está muy interesada en estos pensamientos? Hemos dicho, una y otra vez, que pensamientos de esta naturaleza son lo que las personas de este planeta necesitan. Y, sin embargo, muestran muy poco interés. Esto nos desconcertó al principio, hasta que nos familiarizamos más con las razones del pensamiento de la población en general de este planeta. Ahora somos conscientes de algunos de los problemas implicados en llevar la verdad y la comprensión a un pueblo que ha estado durante tanto tiempo en la oscuridad, una oscuridad generada por aquellos que los precedieron en la historia de este planeta.
Es algo muy difícil cambiar miles de años de pensamiento erróneo en un período de tiempo muy corto. Es algo que no lograremos completamente. Sin embargo, seremos —y hemos sido— parcialmente exitosos al llevar cierta \[información] a aquellos que la desean. Esta es la clave, mis amigos: el deseo. Si el individuo no desea lo que tenemos para ofrecerle, entonces no lo recibirá. Así es exactamente como está diseñada la creación: para que cada entidad, sin importar dónde esté, quién sea o qué sea, reciba exactamente lo que desea.
Desafortunadamente, en algunos lugares, ciertas acciones de una entidad con respecto a otra causan una infracción que nunca fue diseñada por nuestro Creador. Esto da lugar a una discrepancia en el plan de la creación y genera situaciones desafortunadas, como ha ocurrido en su planeta. Es necesario que el hombre en el planeta Tierra se dé cuenta de esto y corrija individualmente su comprensión de sí mismo, con el fin de volver a alinearse con el plan y diseño de nuestro Creador.
Cada individuo debe tomar una decisión, y debe hacerlo ahora. Debe decidir si va a intentar comprender y servir en la luz del Infinito, o si va a buscar solo para sí mismo y seguir un camino que ha sido trazado para él por el hombre en la Tierra, en lugar del camino provisto por el Creador de todos nosotros.
Es muy necesario que las personas de este planeta, en este momento, tomen conciencia del plan y del diseño de su Creador. Sin esta conciencia, pueden continuar en sus formas erróneas y poco inteligentes de actuar. Cada individuo interpretará la información que se le brinde de una manera ligeramente diferente, si esta es de naturaleza intelectual. Algunos individuos no serán capaces de interpretarla en absoluto. Por eso es tan necesario que el hombre de la Tierra, en este momento, medite y mire hacia su interior. Porque aquello que obtenga de esta manera será información que no es de carácter intelectual. Será la verdad, la comprensión de la creación original. Dentro de cada individuo en el universo está este conocimiento. Solo es necesario buscarlo a través de la meditación. Si esto se hace, no habrá dudas en la mente del individuo. No será necesaria la interpretación de la información, porque no es de naturaleza intelectual.
El hombre en la Tierra considera que tiene muchos problemas. Pero estos problemas no son realidad. Son una ilusión, desarrollada por su forma de pensar. Nada en este universo sigue las leyes que el hombre en la Tierra considera como las leyes de la generación de eventos. He dicho antes que la única causa es el Creador. El hombre en la Tierra interpreta la causa y el efecto de una manera muy ilusoria. Esta no es la forma en que está diseñada la creación; no es la forma en que funciona la Creación. Solo es necesario que un individuo emane amor y luz. Si esto se hace, eso es lo que le será devuelto. No es necesario considerar proposiciones y planes complejos para alcanzar un objetivo que se supone será de gran beneficio. Solo es necesario que generen el amor que ha sido abundantemente provisto por el Creador de todos nosotros.
Así es como se suponía que debíamos vivir. El hombre en la Tierra ha olvidado este principio tan simple. Cree que puede generar, mediante planes y actividades, un gran placer que le llegará como resultado de esos planes y actividades. Y entonces se lanza a realizar esas cosas con gran complejidad. Y rara vez se regocija en su resultado, pero no aprende, porque no medita. Pues dentro de él está la verdad, la verdad del camino hacia el éxtasis que lo espera. No es un camino complejo. No es producto de su intelecto, ni de su capacidad de actuar en lo físico produciendo grandes cambios en las muchas cosas que deseaba para su placer.
El camino, mis amigos, es simplemente el amor, un amor total y universal, expresado hacia todas las cosas y todas las personas, y demostrado a diario en sus acciones y pensamientos. Y entonces, mis amigos, todo le es devuelto. Y ese amor que él genera se le refleja mil veces más. Porque ese es el plan, ese es el diseño. Ese es el regalo del Padre. Es algo muy simple, porque el Padre es muy simple. Él no quiso que sus hijos sintieran necesario generar complejidades para alcanzar el estado de éxtasis que Él diseñó para ellos.
Solo el hombre en este planeta se ha confundido y se ha alejado de este conocimiento. Este conocimiento está profundamente dentro de ti. Es parte de ti. Es parte de todo lo que existe. Busca este conocimiento dentro de ti mismo. Y luego, sal y, en tus actividades diarias, demuestra este conocimiento a tus semejantes, y te será reflejado mil veces más.
Ha sido un gran privilegio estar con ustedes esta noche, y espero haber podido brindarles algo de comprensión sobre aquello que el hombre en el planeta Tierra tanto desea y necesita: una comprensión del principio del amor. Yo soy Hatonn. Adonai vasu.