Una guía de conceptos
Disciplina de la personalidad
Las “disciplinas de la personalidad” son la labor primordial de todo aquel que ha tomado conciencia del proceso de evolución.
Ra: El corazón de la disciplina de la personalidad es triple. Primero, conócete a ti mismo. Segundo, acéptate a ti mismo. Tercero, conviértete en el Creador.
El tercer paso es aquel que, cuando se logra, convierte a uno en el más humilde servidor de todos, transparente en personalidad y completamente capaz de conocer y aceptar a los otros-yo.
[…] Convertirse en el Creador es convertirse en todo lo que existe. Entonces ya no hay personalidad en el sentido con el que el adepto comienza su aprendizaje/enseñanza. A medida que la conciencia del rayo índigo se vuelve más cristalina, puede realizarse más trabajo; puede expresarse más desde la infinita inteligencia.
Para el camino positivo, la disciplina de la personalidad resulta, eventualmente, en el conocimiento completo del yo en el micro- y macrocosmos, y en una compasión y amor finamente sintonizados que ven todas las cosas como amor.
Ra: Para la entidad disciplinada, todas las cosas están abiertas y son libres. La disciplina que abre los universos también abre los portales hacia la evolución. La diferencia es como elegir entre hacer autostop hacia un lugar donde se puede contemplar la belleza, o caminar, paso a paso, de manera independiente y libre en esa independencia, para alabar la fuerza de caminar y la oportunidad de tomar conciencia de la belleza.
El autoestopista, en cambio, se distrae con la conversación y las vicisitudes del camino y, dependiendo de los caprichos de otros, se preocupa por llegar a tiempo a la cita. El autoestopista ve la misma belleza, pero no se ha preparado para establecer, en las raíces de la mente, la experiencia.
Nota del autor: Para involucrarse en el autodescubrimiento
Disciplina, como sustantivo, es un campo de estudio (los arquetipos y las transferencias de energía sexual son dos de tales disciplinas de la evolución espiritual), pero más a menudo Ra utiliza disciplina como un verbo que indica una actividad, ejercicio o régimen que entrena la mente, el cuerpo y el espíritu para buscar al Creador en el camino del adepto.
La palabra parece tener una connotación peyorativa para algunos pensadores dentro de la comunidad de la Nueva Era, quienes la ven como antitética al amor, la libertad y la espontaneidad. Creo que una parte de esta confusión proviene simplemente de no saber que en la disciplina existe la verdadera libertad (ver cita anterior). La otra parte de esta confusión proviene del hecho de que, en este planeta, la disciplina ha sido utilizada con frecuencia en un sentido negativo, como medio de control negativo del yo y del otro-yo. La disciplina es, de hecho, clave para el avance en el camino de servicio a uno mismo. Sin embargo, la disciplina también es clave para el avance hacia el estado de adepto en el camino positivo.
Exploraré el uso positivo de la disciplina intentando un razonamiento rudimentario sobre la necesidad de la disciplina: con o sin disciplina, uno avanzará a través de la vida. El cuerpo envejecerá. El catalizador se presentará. Se requerirán decisiones. Se impondrán sobre el yo expectativas de conformidad con uno u otro estándar. Pero, ¿quién es el que está viviendo esta vida? ¿Quién está respondiendo al momento, tomando estas decisiones y procesando este catalizador?
Sin disciplina, el yo puede existir como un vasto compendio de condicionamientos pasados absorbidos de las experiencias de la vida. Las voces de los padres, la educación, los círculos sociales, la mente colectiva y nuestras reacciones ante ellas ofrecen influencias que literalmente condicionan al yo a pensar, comportarse, responder y existir de ciertas maneras. Sin disciplina, gran parte de esto es inconsciente y opera en piloto automático, causando sufrimiento y una experiencia dividida y fragmentada del yo y de los otros, en un salón de espejos que refleja únicamente imágenes de separación.
La disciplina, entonces, puede entenderse como la determinación consciente de involucrarse en el autodescubrimiento. En ese sentido, es la práctica de volverse consciente de los procesos condicionados que ya están en funcionamiento y de la identidad más profunda que se encuentra oculta bajo esos patrones.
En este viaje, lo más fundamental que se disciplina es la atención. La atención es poder, pero los condicionamientos del pasado hacen reclamaciones contradictorias sobre ese poder, cada voz dentro del yo intentando satisfacer sus propias necesidades y alcanzar sus objetos de deseo. La disciplina, entonces, busca gradualmente reunir y enfocar esa atención. ¿Pero con qué propósito?
Aquí entra la polaridad, pues la entidad negativa recogerá y enfocará su atención en el control del yo y del otro; la entidad positiva recogerá y enfocará su atención en amar y aceptar al yo y al otro. Puede sonar extraño que buscar el amor sea una disciplina, algo que uno entrena conscientemente su atención para hacer, pero es completamente cierto. Nuestro condicionamiento pasado probablemente no enseña al yo a buscar constantemente el amor. Sin embargo, el yo que despierta disciplina su atención para hacerlo.
Lo mismo aplica para todos los valores del camino positivo. El uso disciplinado de la voluntad busca conscientemente el servicio en lugar del letargo, rechaza la distracción en favor del enfoque, y enmarca el momento con las preguntas más elevadas y dignas de ser exploradas—por ejemplo: ¿Dónde está el amor en este momento? ¿Cómo puedo ver al Creador en el otro-yo?
Aprender a cultivar la gratitud e invocar la fe también son disciplinas que el yo entrena en sí mismo. Incluso la espontaneidad —la aparente antítesis de la disciplina— surge a través de una disciplina finamente afinada del yo que ha llegado a conocerse a sí mismo, a aceptarse a sí mismo y a convertirse en el Creador. Esta es la voluntad que ha sido tan cultivada mediante la disciplina que el yo ya no está encadenado al condicionamiento pasado—las voces del “deberías”, los “haz esto” y “no hagas aquello”. En su lugar, con los centros cristalizados y equilibrados mediante un trabajo disciplinado en la conciencia, este es el yo que se rinde y “vive día a día y momento a momento, porque el verdadero adepto vive cada vez más como es.” Este es el yo que actúa desde un lugar de quietud interior y que se mueve en armonía con la Voluntad Única, libre de ser y manifestar quién es.
La forma en que la disciplina se cruza con los valores positivos del corazón amoroso, abierto y capaz de perdonar se explora aquí:
Interrogador: ¿Estoy en lo cierto, entonces, al suponer que la disciplina de la personalidad, el conocimiento de sí mismo y el control —por así decirlo— en el fortalecimiento de la voluntad serían aquello que cualquier entidad de quinta densidad consideraría como cosas de importancia?
Ra: Yo soy Ra. En realidad, estas cosas son importantes desde la tercera hasta las primeras etapas de la séptima densidad. La única corrección de matiz que haríamos es sobre su uso de la palabra “control”. Es fundamental que se entienda que no es deseable ni útil para el crecimiento de la comprensión, digamos, de una entidad por sí misma, controlar los procesos de pensamiento o los impulsos, excepto cuando puedan resultar en acciones que no estén en consonancia con la Ley del Uno. El control puede parecer un atajo hacia la disciplina, la paz y la iluminación. Sin embargo, ese mismo control potencia y hace necesaria una experiencia encarnativa adicional con el fin de equilibrar ese control o represión de ese yo que es perfecto.
En cambio, valoramos y recomendamos el uso de su segundo verbo en relación con el uso de la voluntad. La aceptación de uno mismo, el perdón de uno mismo y la dirección de la voluntad; este es el camino hacia la personalidad disciplinada.
Su facultad de la voluntad es aquello que es poderoso dentro de ustedes como co-Creadores. No pueden atribuirle demasiada importancia a esta facultad. Por lo tanto, debe ser utilizada y dirigida cuidadosamente en servicio a los demás por aquellos que están en el camino de orientación positiva. Existe un gran peligro en el uso de la voluntad a medida que la personalidad se vuelve más fuerte, pues puede utilizarse incluso de manera subconsciente en formas que reducen la polaridad de la entidad.
De esta manera, se puede ver que la disciplina es el arte de aplicar conscientemente (o de recordar conscientemente) la propia búsqueda. Es decir, la disciplina es el arte de utilizar el catalizador. Y para el adepto positivo, la disciplina trata de penetrar el velo (primer cita a continuación), del trabajo del espíritu en el rayo índigo (segunda cita), y del contacto con la inteligencia infinita (tercera cita).
Ra: Los errantes están activados en tercera densidad en mente/cuerpo/espíritu y están sujetos al olvido, el cual solo puede ser penetrado mediante la meditación y el trabajo disciplinado.
Ra: El rayo índigo se abre solo a través de una disciplina y práctica considerable, que en gran medida tienen que ver con la aceptación de uno mismo, no solo como un yo polarizado y equilibrado, sino como el Creador, como una entidad de valor infinito. Esto comenzará a activar el rayo índigo.
Ra: La infinitud del espíritu es una realización aún mayor que la infinitud de la conciencia, pues la conciencia que ha sido disciplinada por la voluntad y la fe […] puede contactar directamente con la inteligencia infinita.
Puede verse de manera tan sencilla como la analogía de formar un nuevo hábito mediante la repetición, pero es especialmente evidente al aprender una habilidad. Tomemos como ejemplo a quien desea aprender a tocar bien el piano. Debe disciplinar su uso del tiempo y su enfoque, haciendo un sacrificio que parece a corto plazo (elegir practicar el piano en lugar de ver televisión) a cambio de una ganancia a largo plazo. Esta práctica disciplinada no es autocontrol en el sentido en que lo ejerce la entidad negativa. Es el aprovechamiento de la voluntad y su orientación hacia el deseo del corazón en medio de elecciones infinitas. Requiere repetición y constancia, un reenfoque continuo de la atención en la práctica deseada, y un ejercicio de la voluntad para llevarla a cabo.
El complejo de mente, cuerpo y espíritu—con todos sus chakras, interrelaciones dinámicas y canales de energía—es, en sí mismo, una especie de piano. El yo debe aprender a tocar el instrumento del yo con una creatividad acompañada de un arte aprendido. Esto produce armonía, equilibrio, resonancia y belleza.
Ra: La precisión con la que cada centro de energía se alinea con el Pensamiento Original no radica en la colocación sistemática de cada nexo energético, sino más bien en la disposición fluida y plástica de la mezcla equilibrada de estos centros de energía, de tal manera que la energía inteligente pueda canalizarse con una distorsión mínima.
El complejo mente/cuerpo/espíritu no es una máquina. Es más bien lo que podrían llamar un poema tonal.
Ra: Si bien es una prioridad fundamental activar o desbloquear cada centro de energía, también lo es, en ese punto, comenzar a refinar los equilibrios entre las energías, de modo que cada tono del acorde del ser vibratorio total resuene con claridad, afinación y armonía con cada una de las otras energías. Este equilibrio, afinación y armonización del yo es lo más central para el complejo mente/cuerpo/espíritu más avanzado o adepto. Cada energía puede ser activada sin la belleza que es posible mediante las disciplinas y apreciaciones de las energías personales, o lo que podrían llamar la personalidad profunda o identidad del alma.
Ra: El material para su comprensión es el yo: el complejo mente/cuerpo/espíritu.
Hay una conversación interesante que se puede tener con respecto a la disciplina en el debate perenne entre la naturaleza y la crianza. ¿Qué tan necesario es el esfuerzo personal para abrir el rayo índigo, realizar el servicio del adepto y alcanzar la realización del yo? Ra aborda esta pregunta en varios pasajes, entre ellos:
Interrogador: ¿Cómo transmiten los cruzados sus conceptos a los individuos encarnados en la Tierra?
Ra: Yo soy Ra. Hay dos formas principales, al igual que hay dos formas principales de, digamos, polarizarse hacia el servicio a los demás. Hay complejos mente/cuerpo/espíritu en su plano que realizan ejercicios y prácticas disciplinadas con el fin de buscar contacto con fuentes de información y poder, lo que conduce a la apertura del portal hacia la inteligencia infinita. Hay otros cuyo complejo vibratorio es tal que este portal se abre, y el contacto con el servicio total a uno mismo (con su distorsión primordial de manipulación de otros) se logra con poca o ninguna dificultad, sin entrenamiento y sin control.
Ra: La habilidad de sanación, al igual que todas las demás, lo que este instrumento llamaría habilidades paranormales, se produce mediante la apertura de un canal o conducto hacia la inteligencia infinita. Hay muchos en su plano que tienen un agujero o portal aleatorio en su campo de energía espiritual, a veces creado por la ingestión de sustancias químicas como lo que este instrumento llamaría LSD, quienes son capaces, de manera aleatoria y sin control, de acceder a fuentes de energía. Pueden o no ser entidades que deseen servir. El propósito de abrir este canal de forma cuidadosa y consciente es servir de una manera más confiable, en una forma más común o habitual, según lo percibe el complejo de distorsión del sanador.
Ra: Cualquier entidad puede, en cualquier momento, despejar y equilibrar instantáneamente sus centros de energía. Así, en muchos casos, aquellos que normalmente están bastante bloqueados, debilitados y distorsionados pueden, mediante el amor y la fuerza de voluntad, convertirse momentáneamente en sanadores. Para ser un sanador por naturaleza, uno debe, en efecto, entrenarse en las disciplinas de la personalidad.
En la cuestión de naturaleza versus crianza, se oyen historias de entidades que, sin aparente práctica o esfuerzo, simplemente “despiertan” a una conciencia superior—Eckhart Tolle, Ramana Maharshi y Byron Katie vienen a la mente. Sin embargo, la información de Ra habla una y otra vez del uso disciplinado de la voluntad en el largo y ascendente camino de la evolución espiritual. En mi comprensión de la Ley del Uno, todo lo que se manifiesta lo hace como función o consecuencia del funcionamiento del libre albedrío; por lo tanto, desde esa perspectiva, aquellos que experimentan despertares espontáneos probablemente han realizado un trabajo significativo en encarnaciones anteriores. Según mi lectura de las siguientes citas, Ra parece señalar esta posibilidad:
Interrogador: ¿Por qué estas personas son capaces de \[doblar metal y realizar otros actos de telequinesis]? No parecen tener entrenamiento; simplemente pueden hacerlo.
Ra: Yo soy Ra. Ellos recuerdan las disciplinas necesarias para esta actividad, la cual es meramente útil en otros nexos experienciales de vibración de color verdadero.
Interrogador: ¿Cómo aprendió Jesús esto durante su encarnación?
Ra: Yo soy Ra. Esta entidad aprendió la habilidad mediante una especie de recuerdo natural a una edad muy temprana.
Ra: El conocido como Franklin [Delano Roosevelt] desarrolló muy rápidamente los centros de energía rojo, naranja, amarillo y verde, y comenzó a trabajar en el centro de energía del rayo azul a una edad temprana, como dirían ustedes. Este crecimiento rápido se debió, en primer lugar, a logros previos [en encarnaciones pasadas] en la activación de estos rayos. […]
Carla describió cómo podía “dejarse llevar” por sus dones espirituales de alegría y actitud de fe sin mucho esfuerzo aparente. Ra, en este caso, señala hacia un diseño preencarnativo.
Ra: El contacto que ustedes experimentan ahora tiene un costo en cierta medida de la energía que cada miembro del grupo trajo a la manifestación en la presente encarnación. Aunque la mayor parte de este costo recae sobre el instrumento, está revestido por diseño preencarnativo con la armadura luminosa y alegre de la fe y la voluntad, en un grado mucho más consciente que aquel que la mayoría de los complejos mente/cuerpo/espíritu pueden disfrutar sin mucho entrenamiento e iniciación.
Aprender a establecer conscientemente la propia brújula y mantenerse en esa dirección, ajustando continuamente el rumbo mientras se avanza a través de las muchas muertes, liberaciones de distorsión y transformaciones: esto es disciplina.