Una guía de conceptos

Karma

Ra: Una entidad que actúa de manera conscientemente carente de amor en su relación con otros seres puede quedar kármicamente involucrada.

Interrogador: Si una entidad desarrolla lo que se llama karma en una encarnación, ¿existe entonces una programación que a veces ocurre para que experimente un catalizador que le permita llegar a un punto de perdón y así aliviar el karma?

Ra: Yo soy Ra. Esto es, en general, correcto. Sin embargo, tanto el yo como cualquier otro-yo involucrado pueden, en cualquier momento, a través del proceso de comprensión, aceptación y perdón, mejorar estos patrones. Esto es cierto en cualquier punto de un patrón encarnativo. Así, quien ha puesto en movimiento una acción puede perdonarse a sí mismo y nunca más cometer ese error. Esto también frena o detiene lo que ustedes llaman karma.

Nota del Autor: Soltándolo

Primero, una advertencia: esta nota del autor es más subjetiva que la mayoría debido al pequeño número de apariciones del término en el texto. Por favor, tengan esto en cuenta al leer lo siguiente.

El karma suele verse como algo que ganamos o acumulamos a través de acciones o hechos. Yo planteo la hipótesis de que quizá podría concebirse mejor como una fuerza impersonal que nos ata a las consecuencias de nuestras acciones. Aunque es una fuerza que ata, también nos brinda oportunidades para equilibrar, reparar y perdonar, incluso a lo largo de varias vidas.

Cuando tomamos una acción motivada por distorsiones de negatividad, podemos generar sufrimiento para nosotros mismos y para otros, lo cual desequilibra al yo y las dinámicas de relación de una manera que se expande en ondas a lo largo del viaje encarnacional y la danza de las dinámicas interpersonales. Aquello que se pone en movimiento es descrito por Ra como una inercia —la tendencia de algo a permanecer sin cambios (ya sea en reposo o en movimiento). El karma es el mecanismo que busca reequilibrar lo que ha sido desequilibrado.

¿Cómo estamos “atados” a nuestras acciones? Una manera de considerar la pregunta es nuevamente en términos de movimiento: hasta que practicamos el perdón, seguimos distorsionando/bloqueando el amor, y la negatividad que resulta de esa condición energética permanece en movimiento. Persiste y continúa viviendo dentro de nosotros.

A continuación, un ejemplo histórico. Don preguntó sobre el efecto que la guerra había tenido en el desarrollo del general aliado de la Segunda Guerra Mundial, George Patton:

Ra: Aquel de quien hablas, conocido como George, era alguien en quien la programación de encarnaciones previas había creado un patrón, o inercia, que resultaba irresistible en su encarnación en su tiempo/espacio. […] No se encontró capaz de romper el molde de experiencias traumáticas previas de naturaleza belicosa.

La razón por la cual estos patrones tienen inercia es única para cada individuo, pero sin duda comparte algo en común con toda compulsión, adicción y otras formas de habituación. De una u otra manera seguimos actuando desde la misma mentalidad, atrayendo probablemente hacia nosotros situaciones y otros-yo que nos reflejan y provocan en nosotros esa negatividad.

Este patrón en movimiento (o “rueda”) se repetirá indefinidamente, reapareciendo en nuevas permutaciones, volviendo una y otra vez —como toda energía en el universo, siempre buscando los caminos del equilibrio. Ra parece indicar que invocar el perdón es la clave para equilibrar esta energía.

¿Cómo detiene el perdón la inercia del karma? Para intentar una respuesta, consideremos la naturaleza del perdón. El perdón puede verse como una actividad de simplemente soltar o dejar ir una distorsión mental y la carga que conlleva llevar esa distorsión. Ese soltar es posible gracias a la comprensión, la compasión y el ver al Creador en el yo y en el otro-yo. En otras palabras, ese perdón es posible al llevar la dinámica al corazón, amándola, aceptándola y sanándola.

Tomemos el odio como un ejemplo sencillo. Imaginemos que, por la razón que sea, realmente detestamos a alguien en nuestra vida. Podemos relacionarnos con esa persona desde ese nivel emocional o perceptual. Eso puede provocar algo similar en ella. La situación puede empeorar. Los ciclos de odio continúan, quizá trasladando la misma energía emocional hacia otros otros-yo en la vida de uno. Así seguimos explorando esta emoción, tal vez incluso en otras vidas, atrayendo nuevas situaciones a nuestra existencia que nos brindan la oportunidad de trabajar este patrón. Al no perdonar (dejar ir) esta energía, quedamos kármicamente atados a su inercia. Resistente al cambio, esa energía continúa con su trayectoria.

La mecánica básica del perdón es un simple dejar ir a través del amor/comprensión, mediante el reconocimiento del Creador en todo. Soltamos la carga que hemos llevado. Esto puede darse al comprender cómo surgió la situación.

Pero quizá la mejor parte del perdón sea la fe: la fe en el hecho de que todos tienen sus razones, que esas razones no necesitan ser conocidas por nosotros para confiar en su existencia y tener compasión, y que esta no es la densidad del saber, sino la de confiar en la perfección del momento. Cuanto más entendemos que no podemos comprender verdaderamente, más fácilmente podemos perdonar.

Es posible perdonar sin justificar el comportamiento. Podemos estar en completo desacuerdo con la elección de otro y aun así tener compasión por la razón de su decisión. Y debido a que nuestra compasión surge de una nueva comprensión, es probable que podamos aplicar esa compasión a cualquier situación similar, incluso hacia nosotros mismos.

Este levantamiento de distorsiones en un área hace que ya no necesitemos esas dificultades específicas que sirvieron para catalizar nuestro crecimiento. Los problemas de esa naturaleza particular, por muchas variaciones en que se manifiesten, dejan de repetirse. De esta manera —para esa distorsión específica o patrón de distorsiones— hemos “detenido la rueda del karma” y nos hemos vuelto más equilibrados.

Esto funciona incluso si la génesis original del karma fue en una vida pasada. No necesitamos necesariamente desenterrar la raíz original (aunque eso podría ser un medio útil de comprensión), solo necesitamos trabajar con las circunstancias presentes porque contienen las mismas dinámicas y energías. Aprender a perdonar el desequilibrio presente deshace el nudo sin importar cuán atrás en el tiempo haya sido atado.

Es difícil decir si el perdón libera energía para que la perspectiva pueda elevarse a un punto de vista más alto, o si una visión desde ese punto más alto abre el camino hacia el perdón. Parecería que ambos escenarios son posibles y recíprocos. De cualquier manera, el perdón es equilibrador y sanador para el sistema. Es un mecanismo principal no solo para disolver los lazos kármicos, sino también para unirse y reintegrarse con el Todo-Ser, el Creador.

Q'uo: Perdonar es, digamos, dar amor por lo que sea que se te haya dado. Así, no existe otra condición más que una relación y una interacción entre entidades. El deseo de perdonar es suficiente para comenzar. Si uno pone condiciones al perdón, entonces está comenzando de una manera que aún requerirá refinamiento, pues para perdonar verdaderamente a otro se deben borrar todas las condiciones. Existe el otorgamiento de libertad al eliminar las condiciones, el permitir y aceptar el libre albedrío al eliminar las condiciones. El regalo dado libremente es, digamos, el de mayor valor. Así, si puedes limpiar la pizarra dentro de tu propio corazón y mente, entonces has perdonado de verdad. […] Somos conscientes de que dentro de su ilusión existe mucha oportunidad para la práctica.