Una guía de conceptos

Martirio

El martirio es una forma de servicio en la cual una entidad elige el amor sin el equilibrio de la sabiduría. Es inherentemente sacrificial. Es decir, en el compasivo deseo de ayudar a otros, el camino del martirio lleva a dar y gastar el ser sin consideración por la preservación de sí mismo. En el sentido diluido de la palabra, esto puede referirse a cualquier costo sacrificial y agotador para el ser en servicio a otros. Pero en el sentido más verdadero de la palabra, el martirio resulta en la muerte del ser por la causa del servicio. Jesús siendo el ejemplo occidental por excelencia.

Visto a través de los ojos de la sabiduría, esta compasión sin alivio es una necedad y crea un desajuste en el equilibrio final de la entidad. Sin embargo:

Ra: No implicamos que este camino de compasión desbordada tenga alguna falta, sino que afirmamos su perfección: es un ejemplo de amor que ha servido como faro para muchos.

[Sin embargo], para quienes buscan más allá, deben considerarse las consecuencias del martirio, pues en el martirio yace el fin de la oportunidad. […] Cada entidad debe buscar su sendero más profundo.

Interrogador: El instrumento formuló la siguiente pregunta: Ra ha insinuado que el instrumento está en un camino de martirio, pero puesto que todos mueren, ¿no somos todos mártires de algo? ¿Cuándo, si acaso, el martirio participa de la sabiduría?

Ra: Yo soy Ra. Esta es una consulta reflexiva. Usemos como ejemplar al conocido como Jehoshua. Esta entidad encarnó con el plan del martirio. No hay sabiduría en este plan sino más bien entendimiento y compasión extendidos hasta su máxima perfección.

El conocido como Jehoshua habría tenido menos que plena comprensión de su curso si hubiera elegido seguir su propia voluntad en cualquier espacio/tiempo durante sus enseñanzas. Varias veces, como ustedes llaman a esta medida, esta entidad tuvo la posibilidad de dirigirse hacia el lugar del mártir que era, para ese mártir, Jerusalén.

Sin embargo, en meditación esta entidad declaró, una y otra vez: «Aún no ha llegado la hora». La entidad también pudo haber, cuando llegó la hora, tomado otro camino. Su encarnación entonces se habría prolongado, pero el camino para el cual se encarnó habría quedado algo confundido. Así, puede observarse que la mayor cantidad de entendimiento, de la cual esta entidad fue en verdad capaz, tuvo lugar cuando la entidad, en meditación, sintió y supo que había llegado la hora de que se cumpliera aquello para lo que fue encarnada.

Es ciertamente así que todos los complejos mente/cuerpo/espíritu morirán ante la ilusión de la tercera densidad […]. Es un error llamar, por esta sola razón, mártir a cada complejo mente/cuerpo/espíritu, pues este término se reserva para aquellos que entregan su vida por el servicio que pueden prestar a otros. Podemos fomentar la meditación sobre las funciones de la voluntad.

Es probable que la particular ejemplificación de esta actitud por parte de Jesús —la cual “no debe [ser] criticada sino [afirmada por] su perfección”, porque “es un ejemplo de amor que ha servido como faro para muchos”— se aplicaría a cualquiera capaz de ejemplificar un acto puro de martirio en un grado tan superlativo.

Nota del autor: Entregar la vida en servicio

Ra dice: “La cuarta densidad… abunda en compasión. Esta compasión es necedad cuando se la ve a través de los ojos de la sabiduría. Es la salvación de la tercera densidad pero crea un desajuste en el equilibrio último de la entidad.”

Una razón general por la cual esto puede crear un “desajuste en el equilibrio último de la entidad” es simplemente una característica de la metafísica. En el sendero positivo, los siete centros se activan y se equilibran entre sí en la búsqueda del Creador. Cada centro refleja alguna faceta de ese Creador. Somos seres de 360 grados, como dice Q’uo. Maximizar un centro excluyendo a su contraparte (rayo verde sobre rayo azul) es perder u omitir una dimensión clave de la experiencia del Creador.

Otra razón por la cual esto puede ser un desajuste se debe a la comprensión no desarrollada del mártir acerca del libre albedrío. Al desear aliviar al otro-ser de su sufrimiento, el mártir sacrifica su propia vida. Aunque noble, bello y un verdadero servicio a los demás, este camino manifiesta un deseo de asumir las consecuencias de las elecciones de libre albedrío del otro-ser. Es decir, en el deseo de proteger al otro-ser, el mártir puede intentar resguardarlo de resultados aparentemente “malos” que, en realidad, son consecuencias naturales de las acciones del otro-ser.

El amor equilibrado por la sabiduría, en cambio, aún desea ser sensible a la necesidad del otro y servir con cada fibra del ser —y, quién sabe, eso puede implicar proteger a un otro-ser— pero reconocerá que el otro-ser está experimentando los frutos de su propio y sagrado ejercicio del libre albedrío.

En otras palabras, equilibrar el amor con la sabiduría no es una invitación a la fría indiferencia, a quedarse de brazos cruzados viendo sufrir al otro-ser porque, bueno, “está experimentando los resultados de su libre albedrío.” El amor equilibrado con la sabiduría aún ejerce empatía, siente dolor por el otro y desea ayudar mediante inspiración, información o cualquier acto que pueda servir para aligerar la carga del otro: nosotros, de polaridad positiva, estamos aquí para ayudarnos mutuamente a llevar nuestras pesadas cargas.

La tercera y quizá más importante razón por la que esto crea un “desajuste en el equilibrio último de la entidad” es el agotamiento del yo que el martirio eventualmente provoca. Al servir al otro-ser, el mártir sirve amorosamente pero sin sabiduría hasta su propia destrucción, terminando así con su oportunidad de un mayor crecimiento en la encarnación.

Lo que creo que hace el aspecto de la sabiduría es informar nuestro servicio de tal manera que nos valoremos a nosotros mismos y a nuestro propio viaje tanto como a aquellos a quienes buscamos servir. Esto también eleva nuestro servicio, ayudando a quienes servimos a despertar dentro de sí mismos su propio poder inherente para ser autores de su viaje y aprender de su catalizador.

Carla, quien tenía una tendencia hacia el martirio, recibía continuamente oportunidades acentuadas de convertirse en mártir por la causa del contacto con Ra, ya fuera sacrificando una necesidad, su bienestar o arriesgándose a un desenlace fatal. Además de simplemente contemplar la elección del mártir, Ra le recomendaba repetidamente que se valorara a sí misma como-el-Creador como medio para equilibrar esta distorsión:

Ra: El viaje del instrumento desde el valor-en-la-acción hasta el valor-en-el-ser es arduo. […] Animamos al instrumento a valorarse a sí mismo y a ver que sus verdaderas necesidades son valoradas por el yo. Sugerimos la contemplación de la verdadera riqueza del ser.

Ra: La elección del mártir es poner valor en una acción fatal y morir, o poner valor en la conciencia de la creación y del Uno Creador y, por consiguiente, vivir.